Cardo, crítica y opiniones sobre la serie
Tabla de contenidos
Resumen crítica:
Calidad comercial: 3
Calidad artística: 3
Valoración del reparto: 5
Crítica corta
Cardo es una serie oportunista, de un argumento mínimo, con menos interés aún, cuyos capítulos de apenas 20 minutos se hacen eternos: con una duración total de unas dos horas, resulta inimaginable verse en una sala de cine soportando este tostón superficial. También, si lo miras bien parece una serie hecha con cuatro duros, por si les interesa saberlo a los que hayan puesto la pasta.
Crítica y opinión amplia
Cardo, que pretende subirse al carro de no sabemos qué ruptura de tabúes o fronteras que hace décadas se rompieron, es también una mentira descomunal. Comencemos por cosas radículas hasta la risa, hasta provocar vergüenza ajena. Algunos de los “críticos” apesebrados presentan como un gran logro de la serie… que haya desnudos masculinos (solo uno con “cosita”, una ráfaga, en realidad)”ya era hora de que no solo se vieran los cuerpos femeninos….” ¿Ya era hora? ¿En serio, Jorge? En comentarios así, que solo son cadena de transmisión de la campaña publicitaria, se delata el principal defecto, no ya de la generación a la que creen pertenecer los creadores, sino de ellos mismos. ¿Las escenas de desnudos o de sexo del tipo que sea son una revolución? ¿Nunca antes se habían visto en la Historia de la Humanidad ¡ja,ja,ja,ja! Lastimosamente ridículo. Esta memez apenas funciona como patético reclamo para el público adolescente.
El arranque del primer capítulo tampoco tiene desperdicio, otro colmo de la liberación y la modernez impostada (posturera): la protagonista sentada en el váter haciendo sus cosas… Esto es algo así como un sello de mediocridad universal contemporánea: lo hemos visto en otras pretensiosas y pedantes nimiedades de diverso calibre como Nomadlad, Podría destruirte, Todo lo otro…
Pero hablemos del ejemplo más clamoroso, del auténtico meollo de la cuestión. Cardo se vende por el inmenso aparato mediático que la respalda como “la serie que lo va a cambiar todo” y “el retrato de una generación”. Pues bien, todo lo que vemos de marginal, milenial o como queramos llamarlo es la ambientación… Porque los protagonistas, de representantes de la clase oprimida no tienen nada. Es una historia pija sobre un ramillete de pijos que (es difícil contener la risa):
- Se compran figuritas de dos mil euros para el salón.
- Tienen abierto un jamón de pata negra en el poyo de la cocina.
- Las chicas y la propia “Cardo” lucen enjoyaditas, con al menos dos cadenas de oro por barba colgando del cuello…
- Tienen casas de vacaciones en el Ampurdán
- Mantienen conversaciones sobre psedudocultura en esas veladas que amenizan con alcohol y drogas.
- Se pueden pagar un abogado y cambiarse a otro como quien pestañea (la propia protagonista).
- …Y, sobre todo, se pasan el día atiborrándose de cocaína y de lo que sea.: 24/7, full time
Los propios creadores de Cardo no parecen ser consciente de que ese tren de vida (drogadicción) no es “cosa de pobres”. La cocaína a tutiplén es droga de ricos, así de simple es la realidad, de modo que en Cardo no se está haciendo un retrato psicosociológico profundo de ninguna generación: solo nos queda claro qué hay en la mente de los creadores, el estrecho mundo en el que viven y su poco contacto con la auténtica realidad. No se nos muestran seres marginales, sino pequeños burgueses que han quedao en la orilla del mundo de los burgueses, básicamente porque han patinado con las drogas o son los hijos tontos de cada familia.
Técnicamente, la realización también es irrisoria. En el engolado deseo de mostrarse como hiperrealistas, vemos a la cámara hacer todo tipo de chorradas sin sentido: moverse así, asá y asasá sin un para qué, presentar medias caras, enfocar desde arriba, desde abajo, medio desde arriba, medio desde abajo (¡ja,ja,ja!) mostrando medio cuerpo en un tercio de pantalla y el paisaje al fondo, flashes cortísimos, en plan metralleta, de recuerdos ¡o de sonidos. El algún momento parece que hemos vuelto a Valerio Lazarov y las Mama Chicho. En definitivo, el deseo imitativo de hacer realismo sucio, como les pasa a otros iletrados del panorama internacional de la televisión en stream, acaba recordado al formalismo experimental del cine de hace 50 o 60 años. Para troncharse.
Las interpretaciones ni fu ni fa, con una falta de significancia en general. La protagonista hace su papel, de (niña burguesa) drogadicta furibunda, pero tampoco nos entrega nada especial que le dé al papel la dignidad que no han sabido escribirle. El guion en su conjunto es de traca: nada que decir en dos horas. Vagamente inspirado en “cosas” igual de vacías y pijas como la infrahumana e infantiloide Euphoria y la pedante y horrorosa Podría destruirte.
En el primer capítulo, tras la presentación, si le hiciéramos la prueba del algodón a todo lo que ocurre hasta el “suceso” final; es decir si convirtiéramos a la protagonista en un hombre, tranquilamente podríamos calificar todo lo que vemos de machista. ¡Así están las cosas en esta época de falsedad profunda! Los diálogos con los que se rellena cada episodio parecen no ya improvisados: ¡es que parecen rifados!
En definitiva, aburrimiento, superficialidad y postureo hasta la saciedad.
- Título original: Cardo
- Año: 2021
- Duración: 24
- País: España
- Dirección: Varios
- Guion: Carios.
- Reparto. Actores y actrices principales y secundarios: Ana Rujas, Yolanda Ramos, Juani Ruiz, Ana Telenti, Clara Sans, Diego Ibañez, Eduardo Mayo, Viveka Rytzner, Joan Bentallé, Samuel López, Alberto San Juan…
- Productora: Buendía Estudios, Atresmedia Televisión, Suma Latina, distribuida por ATRESplayer PREMIUM
- Género: Melodrama
- Resumen del Argumento.
Una treintañera y exactriz de televisión y modelo se pasa el día drogándose y tiene un accidente en moto.
Tráiler de Cardo:
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